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¿SABÍAS QUE...?

Estamos acostumbrados a conducir por la derecha, por ese motivo nos resulta curiosa la forma de conducir por la izquierda de los británicos, sin embargo parece que, era la costumbre más extendida en el mundo. Un descubrimiento en Inglaterra en 1998 hace pensar que en la antigua Roma circulaban por el margen izquierdo de las carreteras. Autoridades de la Asociación para la Arqueología Romana del Reino Unido, llegaron a esa conclusión al descubrirse las canteras romanas de Blunsdon Ridge, cerca de Swindon (140 kilómetros al Oeste de Londres). La antigua carretera romana que llevaba a las canteras tenía mucho más marcadas las ruedas de los carros en un lado de la carretera que en el otro. Al tratarse de una cantera, lo lógico es pensar que el lado más hundido era el utilizado por los carros que salían de la cantera cargados de piedras y por el otro entraban los carros vacíos. Por eso se sabe que, al menos en esa carretera, los carros circulaban por la izquierda.

Esta forma de circular siguió perdurando en la época feudal, donde era la forma más usada debido a varias razones:

Los jinetes diestros suelen montar por el lado izquierdo del caballo, sobre todo si llevaban espada porque esta colgaba de su costado izquierdo. Como es más seguro montar y desmontar por el lado que da al margen de la carretera, no por el que da al centro, los caballos se montaban desde el lado izquierdo de la carretera y ese era el sentido lógico de circular.

Cuando se camina llevando a un caballo por las riendas, las personas diestras tienden a tomar estas con la mano derecha y caminar en el lado izquierdo del caballo. En este caso la tendencia es a circular por la derecha porque así el caminante queda en el centro de la carretera y controla mucho mejor al caballo al poder ver de inmediato a los vehículos o animales que vienen en dirección contraria.

Y llegamos al punto quizás clave: los carros. En aquellos carros en los que el conductor dirige el vehículo montado en uno de los caballos, como monta por la izquierda del caballo lo lógico es que monte el caballo más cercano al carro y situado en el lado izquierdo del carro. Desde esta posición, la forma más eficaz de controlar visualmente la carretera es circulando por la derecha.

En cambio, si el conductor está sentado en el carro en lugar de estar montando uno de los caballos, lo lógico es que se siente en el lado derecho del carro porque si se sentara a la izquierda tendría más posibilidades de dañar con el látigo a alguien que estuviera sentado a su derecha. Y lo lógico en este caso es circular por la izquierda para controlar la carretera cerca del eje de la vía.

Fue con la Revolución Francesa y la llegada de Napoleón, quien parece ser que impuso la obligación, mediante una ley en 1794, de circular por la derecha cuando comenzó a instaurarse la nueva costumbre. De esta manera, todos los países bajo dominio o gran influencia francesa se fueron adaptando a la nueva ley.

Sin embargo, los países ligados al Imperio Británico siguieron como siempre manteniendo su costumbre de conducir por la izquierda (Malta, Irlanda, Chipre, India, Australia), así como otros países como Japón, que nunca fue dominado por los británicos, demostrando que ésta siempre fue en realidad la forma de circular extendida en el mundo. Algunos países africanos colonizados por británicos (Gambia, Ghana, etc.) cambiaron a la derecha para adaptarse a sus nuevos vecinos. Al igual que el caso de Suecia, que para disminuir la confusión, cambió el carril de conducción en 1967 debido al intercambio continuo de carreteras fronterizas con Noruega y Finlandia.

En Estados Unidos durante los primeros días de la colonización de América del Norte, los británicos llevaron su norma de circulación por la izquierda. Pero, a raíz de la independencia, para darles la contra a los ingleses con quienes deseaban cortar todo vínculo, comenzaron a circular por la derecha. Esto causó gran beneplácito entre los miles de inmigrantes de otros países europeos, que en cierto modo también influyó en la toma de la medida. La norma de circulación por la derecha se firmó en Estados Unidos en 1792 y se convirtió en ley en 1804.

En España, hasta los años 30 no existían regulaciones estatales al respecto. En algunos territorios se circulaba por la derecha (Barcelona) mientras que en otros por la izquierda (Madrid). El 1 de octubre de 1924, Madrid cambió el sentido de circulación a la derecha.

El 2 de septiembre de 1945, justo en el final de la guerra, nuestro país vivió su propio gran cambio a escala cotidiana: en esa madrugada, los automóviles dejaron de circular por el lado izquierdo de las calles.

La “Ordenanza General de Tráfico” establecía, desde 1918, que “Todo vehículo o rodado marchará en su tránsito por el costado izquierdo de la calle”. Sin embargo, ese domingo la sanción de la “Honorable Junta” fue revocada, y como consecuencia, en el Uruguay se dejaron de importar autos con el volante a la derecha.

El acontecimiento había sido esperado con las ansias que generan una relevante innovación. Los montevideanos, presos de una enorme curiosidad, casi no podían imaginar cómo se iban a ver la rambla o 18 de Julio con el tránsito circulando a la inversa de lo habitual.

Los medios de comunicación se habían hecho eco de esa cuenta regresiva hacia el mentado cambio de mano, señalándola con relojes que advertían la distancia que separaba al país de nuestro propio “Día D”. Todos los días circulaban los nuevos decretos, que preveían, entre otras cosas, que hasta el 30 de setiembre no se podría circular a una velocidad mayor a 30 kilómetros por hora, para aclimatar a choferes y peatones a la novedad, y evitar así posibles accidentes debidos a distracciones.

El diario El Plata, el 1° de septiembre, dedicaba varias viñetas humorísticas al tema del momento, incluyendo una que se refería a la reducción de la velocidad. “Dijeron un máximo de 30 por hora… pero no sé si kilómetros o atropellados!!”, exclama un sufrido peatón, revelando que entre los uruguayos en coche o a pie se aguardaba la medida con relativo temor.

No cabía duda: los accidentes se iban a multiplicar a diestra y siniestra a causa de la falta de costumbre, que redundaría en peatones que mirarían al revés de lo debido antes de cruzar la calle, o en automóviles que seguirían rebasándose como lo prescribía el anterior código: “Ningún vehículo podrá pasar a otro sino por la derecha”.

La medida comenzó a regir, curiosamente, a las cuatro de la mañana de aquel domingo soleado. Contra lo esperado, no generó contratiempos, y no se registraron más accidentes que los usuales en cualquier domingo montevideano.

Las autoridades, entre las que se encontraban miembros de la Intendencia Municipal de Montevideo y de la Dirección Nacional de Tránsito Público, se felicitaron por el éxito de las campañas preventivas en los medios, y de otras medidas que incluyeron algunos simulacros para habituar a los montevideanos.

La jornada se catalogó como “sin mayores inconvenientes”, y la novedad fue debidamente fotografiada ocupando portadas enteras de los periódicos capitalinos, relegando, por una vez, a las noticias provenientes desde Europa y Japón con respecto al fin de la Segunda Guerra Mundial.

En 1953 se inauguraron los semáforos, para poner más orden a los cambios. El cambio también acarreó nuevas e inevitables medidas que modificaron sutilmente el paisaje cotidiano: la sustitución de automóviles con el volante a la derecha por otros que lo traían a la izquierda, y un decreto por el cual los ómnibus deberían trasladar sus puertas laterales hacia el lado opuesto. Uruguay había abandonado definitivamente el muy selecto grupo de países en que el tránsito circula por la izquierda.

El primer semáforo fue instalado el 4 de agosto de 1914 en Cleveland, Estados Unidos, en el cruce entre la avenida Euclid y la calle 105 Este. Contaba con luces rojas y verdes, colocadas sobre soportes con forma de brazo y un emisor de zumbidos.

En Montevideo, los primeros de estos aparatos comenzaron a funcionar el 15 de febrero de 1953, en el tramo de 18 de Julio entre Andes y Ejido.